Hoy en día la miopía infantil se trata. Controla la miopía de tus hijos/as, porque la prevención es la mejor opción.
Muchos padres desconocen que la miopía infantil, si no se controla y supervisa, puede aumentar y derivar en serios problemas de visión. Pero sobre todo, no saben que es posible prevenir su aumento utilizando como medio tratamientos no invasivos.
Controlar y prevenir el aumento de la miopía en niños de edades tempranas es fundamental para evitar futuras complicaciones visuales propias de la alta miopía, además de mejorar la calidad de vida de los menores.
El periodo clave en el que la miopía crece es entre los 7 y los 17 años: esos 10 años son la única posibilidad de intervenir en este proceso.
La miopía infantil a pesar de ser común en nuestra sociedad debe ser tratada como una enfermedad, ya que por sus efectos y por su potencial puede desembocar en problemas de visión graves.
¿Qué es la miopía?
El ojo miope es un ojo que crece en exceso, de manera que no consigue un enfoque adecuado lejano, permite ver claramente de cerca, pero provoca mala visión de lejos. Se suele manifestar en niños, normalmente a partir de los 5 años, y va progresando durante la infancia y adolescencia generalmente hasta los 18 años, pudiendo incluso, en las miopías más altas, seguir aumentando hasta pasados los 25 años.
¿Quién debe realizar el diagnóstico?
Un médico oftalmólogo debe realizar una exploración alrededor de los 3-4 años de edad, a esta edad los niños empiezan a colaborar y se puede realizar una valoración exhaustiva, que incluye no solo graduar sino determinar lo antes posible si existe algún problema visual que pueda corregirse de forma precoz.
Es importante recordar que las patologías oftalmológicas no duelen y por esos son silenciosas, la detección precoz es nuestra mejor baza.
¿Cuáles son los síntomas?
Lo niños no ven bien el encerado o guiñan los ojos para ver objetos lejanos.
¿Qué problemas puede ocasionar la miopía?
La miopía, ya de por sí, es limitante en la vida cotidiana. Obliga a depender de ayudas ópticas, gafas o lentillas para tener una buena visión. Esto afecta a la práctica deportiva, bañarse, ir a la playa y esa dependencia le acompañará toda la vida a la persona.
Pero lo más importante es que cuanto más alta es la miopía mayor es el riesgo de pérdida de visión en la edad adulta y que puede conducir a la ceguera. Este riesgo es proporcional al número de dioptrías que desarrollaron de niños así la pérdida de visión central por degeneración en la mácula. En un miope de 3 dioptrías es el doble de lo normal pero en un miope de 10 dioptrías se multiplica por 200. Cuando la miopía pasa de 6 dioptrías ya se habla de miope magno, donde el riesgo de padecer otras patologías oculares, a mayores de sus limitaciones por su gran déficit visual, aumenta considerablemente. El riesgo de glaucoma es 3 veces superior, y aumenta también el riesgo de desprendimiento de retina y degeneración macular.
¿Cómo se controla la miopía en niños?
En Millán + Martínez oftalmología médico-quirúrgica creemos que lo primero y fundamental es realizar a todos los niños una exploración oftalmológica entre los 3-4 años para detectar precozmente la aparición de miopía y descartar cualquier otro problema oftalmológico que se presente.
Que un niño padezca miopía dependerá en gran medida de su herencia genética. Por ello, lo más importante es comprobar si existen antecedentes familiares de miopía o de otros problemas oftalmológicos y en qué grado. Esto permite establecer el riesgo de evolución y será el punto de partida para recomendar el tratamiento que precise cada niño.
A mayores, existe otra miopía (o esta se ve agravada) por el uso intensivo de los distintos dispositivos digitales, lo que favorece el aumento de esta enfermedad, ya que fuerza al ojo a enfocar de cerca, predisponiendo a que el individuo desarrolle una miopía acomodativa. Es decir, que el ojo al centrarse durante un largo espacio de tiempo en una visión a 25-30 centímetros de distancia desarrolla esta enfermedad.
Los tratamientos actuales no “quitan dioptrías” de miopía, sino que actúan ralentizando su progresión, o incluyendo terapias de corrección de hábitos según el caso, es fundamental iniciar precozmente estos tratamientos ya que su eficacia será mayor cuanto antes se inicie el tratamiento.
No debemos olvidar que hábitos tan saludables e importantes como aumentar el tiempo al aire libre y una mayor exposición lumínica, sobre todo a edades tempranas, estimula la visión de forma natural y son factores protectores para el desarrollo de la miopía.
Apostamos por un servicio altamente exclusivo y personalizado donde tú eres lo primero. Para ello, creemos imprescindible una consulta exhaustiva para conocerte, escucharte y analizar tu caso. Porque cada persona, cada circunstancia y las expectativas son diferentes, necesitamos saber cual es la mejor solución para ti, ese es nuestro objetivo, trabajando así una oftalmología sincera y cercana porque tu satisfacción es nuestro éxito, nuestra sonrisa.
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